- Introducción
- Las primeras máquinas:
- Los primeros ordenadores:
También en el siglo XIX el matemático e inventor británico Charles Babbage elaboró los principios de la computadora digital moderna. Inventó una serie de máquinas, como la máquina diferencial, diseñadas para solucionar problemas matemáticos complejos. Muchos historiadores consideran a Babbage y a su socia, la matemática británica Augusta Ada Byron (1815-1852), hija del poeta inglés Lord Byron, como a los verdaderos inventores de la computadora digital moderna.
La tecnología de aquella época no era capaz de trasladar a la práctica sus acertados conceptos; pero una de sus invenciones, la máquina analítica, ya tenía muchas de las características de un ordenador moderno. Incluía una corriente, o flujo de entrada en forma de paquete de tarjetas perforadas, una memoria para guardar los datos, un procesador para las operaciones matemáticas y una impresora para hacer permanente el registro.
- John von Neumann
- Los circuitos integrados:
- El futuro:
Encuentran la manera de leer y escribir el espín de partículas subatómicas a temperatura ambiente, una pieza clave del puzle del ordenador cuántico
Un grupo de investigadores ha dado un paso que puede resultar clave para el desarrollo de los ordenadores cuánticos. Han encontrado la manera de leer y escribir el espín —la propiedad de las partículas imprescindible para esta tecnología— a temperatura ambiente.
La computación cuántica es una tecnología en estado embrionario que promete revolucionar lo que pueden hacer los ordenadores. Inspirada en las propiedades de las partículas subatómicas, permitiría resolver problemas que para la tecnología de hoy son, por exigentes, básicamente imposibles.
Entre las aplicaciones potenciales de la computación cuántica están los cálculos más complejos de muchas disciplinas científicas. Permitirían crear modelos de predicción meteorológica más precisos y de mayor alcance, estudiar genomas y plegados de proteínas para encontrar remedios a multitud de enfermedades, o replicar sistemas tan complejos como el cerebro humano.
En vez de en bits, los ceros y unos que son la base de la computación convencional, los ordenadores cuánticos se basan en qubits. Estos, que se asignan y leen según una propiedad física de las partículas denominada ‘espín’, permiten que las unidades de información tengan simultáneamente más de un valor.
La técnica más habitual tanto para leer como para asignar el espín a las partículas se denomina ‘polarización nuclear dinámica’. En ésta, el espín de unos electrones fuerza esta misma propiedad sobre los núcleos atómicos. Hasta ahora, esta operación tenía que hacerse en condiciones de laboratorio, y a temperaturas extremadamente frías.
La nueva técnica, desarrollada por investigadores de la Universidad de Linköping (Suecia), permite realizar estas operaciones a temperatura ambiente. Es decir, en condiciones más asequibles y que pueden democratizar y facilitar —y por tanto acelerar— la investigación sobre esta disciplina.
Un grupo de investigadores ha dado un paso que puede resultar clave para el desarrollo de los ordenadores cuánticos. Han encontrado la manera de leer y escribir el espín —la propiedad de las partículas imprescindible para esta tecnología— a temperatura ambiente.
La computación cuántica es una tecnología en estado embrionario que promete revolucionar lo que pueden hacer los ordenadores. Inspirada en las propiedades de las partículas subatómicas, permitiría resolver problemas que para la tecnología de hoy son, por exigentes, básicamente imposibles.
Entre las aplicaciones potenciales de la computación cuántica están los cálculos más complejos de muchas disciplinas científicas. Permitirían crear modelos de predicción meteorológica más precisos y de mayor alcance, estudiar genomas y plegados de proteínas para encontrar remedios a multitud de enfermedades, o replicar sistemas tan complejos como el cerebro humano.
En vez de en bits, los ceros y unos que son la base de la computación convencional, los ordenadores cuánticos se basan en qubits. Estos, que se asignan y leen según una propiedad física de las partículas denominada ‘espín’, permiten que las unidades de información tengan simultáneamente más de un valor.
La técnica más habitual tanto para leer como para asignar el espín a las partículas se denomina ‘polarización nuclear dinámica’. En ésta, el espín de unos electrones fuerza esta misma propiedad sobre los núcleos atómicos. Hasta ahora, esta operación tenía que hacerse en condiciones de laboratorio, y a temperaturas extremadamente frías.
La nueva técnica, desarrollada por investigadores de la Universidad de Linköping (Suecia), permite realizar estas operaciones a temperatura ambiente. Es decir, en condiciones más asequibles y que pueden democratizar y facilitar —y por tanto acelerar— la investigación sobre esta disciplina.